¡Y volvimos a votar! El 30 de octubre de 1983, en Argentina hubo una fiesta

Las elecciones que clausuraron la Dictadura, a pesar de los esfuerzos de los gobernantes de entonces por retrasar el evento, se llevaron adelante, con éxito, el domingo 30 de octubre de 1983.

Cultura01/11/2022 Estrella Mattia

EFEMÉRIDES FUERA DE AGENDA

La ciudadanía volvió a expresarse en las urnas. Varias generaciones votaron por primera vez. Fue uno de esos días bisagras en la historia nacional. Los comicios se realizaron bajo la constitución de 1957, elaborada por el gobierno de facto posterior a la destitución de Juan Domingo Perón en 1955. En ese texto, que suele considerarse como una “reforma constitucional” pero que en realidad restituyó la constitución de 1853/1860 y anuló la sancionada en 1949 durante el primer gobierno peronista, la autodenominada Revolución Libertadora había establecido que el sufragio fuese indirecto y el mandato presidencial cubriese seis años sin posibilidad de reelección inmediata. 

     En aquella oportunidad se presentaron una interesante cantidad de fórmulas pertenecientes a los diferentes partidos políticos, algunos de los cuales formaron alianzas y otros se presentaron individualmente, sin haber llegado a ningún acuerdo posible con otros sectores políticos. Los presidenciables fueron: Alfonsín y Martínez por la Unión Cívica Radical; Luder y Bittel por el Partido Justicialista; Alende y Viale por Partido Intransigente; Frigerio y Salonia por el Movimiento de Integración y Desarrollo; Manrique y Belgrano Rawson por la Alianza Federal, Alsogaray y Oria por la Unión del Centro Democrático; Martínez Raimonda y Balestra por el Partido Demócrata Progresista; Zamora y Díaz por el Movimiento al Socialismo; Estévez Boero y Rossi por el Partido Socialista Popular; Ramos y Colombo por el Frente de Izquierda Popular   y Flores y Guagnini por el Partido Obrero.     

    Consumado el acto electoral, se impuso la fórmula de la Unión Cívica Radical formada por Raúl Ricardo Alfonsín y Víctor Hipólito Martínez con el 51,75% de los votos, obteniendo 317 electores. La segunda fuerza estuvo compuesta por los candidatos del Partido Justicialista: Ítalo Argentino Lúder y Deolindo Felipe Bittel que obtuvieron el 40,16% de los votos y sumaron 259 electores. La tercera fuerza fue el PI con el 2,33% de los votos.

     Hasta aquí, la descripción del hecho sobre el que se alude que, sin dudas, por la relevancia política que portó, ha ingresado exitosamente en las páginas de la historia nacional, abandonando el ámbito escurridizo de las memorias individuales y grupales.  

     Sin embargo, sobre ese acontecimiento inscripto en una época crucial de nuestro pasado reciente, resulta relevante recuperar las experiencias de los y las protagonistas anónimos/as, de aquellos/as que pueden, en este complicado y lábil presente democrático, dar cuenta de las emociones, las alegrías, los miedos, los recuerdos, las anécdotas, los anhelos y los deseos, que vivieron y se desplegaron en el transcurso de ese último domingo de octubre de 1983, hace 39 años. 

     Escuchemos sus voces, transcriptas en estas páginas, a modo de sentipensares en tanto que constituyen narrativas que hablan de actuaciones desde el corazón de cada uno y de cada una, pero también de actuaciones que, al mismo tiempo, se produjeron utilizando la cabeza para pensar, actuar y decidir sobre el futuro.

     Comencemos entonces la lectura de las experiencias de estos constructores/as de memoria, de estos obreros/as de la historia, de estos artesanos/as del pasado, que fueron convocados/as para volver a tejer la trama del denso y difícil tejido de la democracia.  

Osvaldo C. “Voté! Fui con mis viejos y mi abuela. La emoción de toda la familia era indescriptible. Recuerdo que la cola para votar era interminable. Un caos. Pero ver el DNI con sello y firma, era ser parte del comienzo prometedor. Y el fin del tormento”. 

Marcela I. “Voté en octubre de 1983. Tenía 23 años. Viví esa jornada con mucha emoción porque era mi primer voto. También porque vengo de una familia en la que siempre se valoró el voto, la oportunidad de la democracia; y en particular del voto femenino conseguido gracias a Evita y al peronismo. De eso se hablaba siempre en mi casa, crecía aprendiendo que ir a votar era un acto de soberanía y también una fiesta. Algo más, en esas elecciones y en otras que siguieron fui fiscal de mesa. Un acto que asumí cada vez que lo elegí con mucho compromiso y decisión política”.

Alicia G. “después de siete años de dictadura infinita que no sabíamos cuando iba a terminar, al fin se veían los albores de la democracia. Con el lamentable resultado de nuestros desaparecidos, los bebes apropiados y la guerra de Malvinas. Mi primo salía de estar preso por cinco años. Parecía un muerto vivo. Qué años tristes. Le puse con el tiempo “Argentina en blanco y negro” así la percibí en esos tiempos y aún todavía cuando los recuerdo. Pero ese día fui a votar por primera vez, con tantas ansias y esperanzas, con una mezcla de sentimientos como nos pasa a los trabajadores, a los más sencillos y sentí que a pesar de todo y de tanto volvía la democracia”.

Aldo N. “Voté el 30 de octubre de 1983. Estaba cursando el segundo año del profesorado en historia de la UCA, en Rosario. Fue un día muy especial, voté temprano a las 10 de la mañana en el Colegio Nacional 1, hoy EESO n° 33. Una cola larga que empezaba en la calle, en el parque Urquiza por 9 de julio (hasta la escuela, 9 de julio al 50). Fue un día lleno de sol. Estábamos muy entusiasmados. Era la primera vez. Luego nos fuimos a Funes, a esperar. Fue una jornada festiva, familiar, alegría por recuperar la democracia e iniciar este recorrido institucional, periodo más continuado de democracia para todos”.

Rosa Ana T. “Voté. Fue una experiencia inolvidable. Primer voto en democracia, Después de tantos años de oscuridad y dolor. Recuerdo largas colas para votar en una escuela de la zona sur. Mucha gente. Mucha alegría. Había gente nerviosa y triste por lo que nos íbamos enterando de los NN que así se les decía entonces a los desaparecidos”.   

Adriana H. “Ese día maravilloso fui a votar con una alegría que albergaba desde hacía mucho ya que durante la dictadura algunos amigos cercanos a mi familia habían desaparecido y la incipiente democracia que se vislumbraba abrió un camino de justicia, eso esperábamos. Durante ese año en particular las conversaciones políticas con mi papá se habían tornado más vivas que nunca con lecturas de diarios y folletos políticos que recolectábamos en recorridas por el centro de la ciudad. Algo nuevo se avecinaba con una fuerza que creíamos imposible de vencer. Hablábamos en voz alta y públicamente sobre temas antes ocultados por seguridad. Al mismo tiempo mis padres nos advertían tener cuidado porque los heraldos negros todavía rondaban. Y creo que nunca se han ido del todo, siempre acechan amenazantes”.  

Silvia B.  “La primera vez que voté fue el 30 de octubre de 1983. Tenía 28 años. Voté en la escuela de la calle Ayacucho. Fui caminando. En ese momento lleve a mi hija mayor Lucrecia y a mi hijo, el segundo, Andrés que iba en cochecito. Fui a votar y los llevé a ellos. En esa escuela votaban solo las mujeres, en ese momento los hombres votaban en el Colegio Nacional, por lo menos en el barrio donde nosotros vivíamos.  Fue la primera vez que voté. Fue después, de haber participado también con toda la familia del acto de cierre de campaña de Alfonsín en el Monumento a la Bandera. Tenía 28 años.  Fue una fiesta. Las lágrimas de emoción y dolor por lo vivido y la esperanza que nos acompañaba quedan en mí”.

Ana María L. “¡Sí voté, a Raúl Alfonsín! Habíamos ido con mi amiga Andrea al cierre de campaña, en el Monumento. Inolvidable. Y ese día recuerdo que me pidieron colaboración del PDP, mi suegro, mi papá…Y fui como fiscal. ¡Participar era el tema! ¿Qué era votar? ¿Cómo era la urna, el cuarto oscuro? Cerca del cierre de mesas la fiscal radical me decía que Alfonsín iba ganando. ¡Qué emoción! Qué día inolvidable”.

Dante S. “Sí voté. En ese momento sin sentirme un radical y sin sentir la pertenencia a algún partido fui uno más de los jóvenes seducidos por Raúl Alfonsín. No entendía demasiado, pero lo convocante que era, su oratoria. Intuía yo que estábamos en presencia de una persona con las mejores intenciones. No tenía yo formación política y hoy sigue siendo un déficit en mi vida”. 

Rodolfo A. “Si voté, recontra vote y aparte participe un montón. En ese momento estaba afiliado al Partido intransigente, el PI. Incluso fui fiscal por el partido. Me acuerdo la efervescencia, la emoción del día de la elección. Tengo vivencias impresionantes previas al evento. Participe activamente. Salíamos a pintar carteles a la noche, en los pocos espacios libres que el radicalismo y el peronismo dejaban. Era un duelo de pegatinas, carteles sobre carteles, corridas, etc. Incluso una noche la policía nos llevó detenidos, era todo muy efervescente, picante, los ideales en la máxima expresión. Tengo unas vivencias muy frescas de aquellos días porque fueron muy importantes en mi vida”.

Jorge L. “Realmente tengo muy mala memoria. Ya estaba viviendo en Rosario. En el 80 me vine de Tandil. Todavía había mucho miedo. No recuerdo que se participara mucho en las calles expresando posturas políticas. Ya trabajaba en el Profesorado, en cátedras de quienes habían sido echados. Recuerdo que una era Prácticas de la enseñanza en el profesorado de Biología. Eran horas de O. M., que dicen tuvo una importante participación en el Rosariazo. Me puse contento que recuperará sus horas a pesar de que yo las perdía. Fuimos muy buenos compañeros en las Prácticas de Geografía. Nunca me dejó pagar los tantos cafés que compartimos. Tampoco nunca hablamos de política. De eso no se hablaba. Yo voté a Luder. Los radicales que valoré en los 70 y en los 80 eran más de lo mismo. Hoy reconozco el compromiso democrático de Alfonsín. Mis amigos tampoco votaron a Alfonsín. No fue la primera vez que voté. La primera vez, fue en 1973. Voté a Perón”.  

Ana B. “Yo voté. Estaba embarazada y recién casada. Fue muy emocionante. Voté a Alfonsín porque parecía ser la única alternativa posible después de los años de terror y porque todo gobierno peronista parecía haber terminado con golpes, muertes y genocidio. Mi papá se estaba muriendo y como quería ir a votar lo acompaño mi exmarido. Se había presentado como concejal por el partido demócrata cristiano y me reprochó no haberlo votado. Fue una época muy picante. Después me arrepentí de haber votado a Alfonsín cuando despreció a Cortázar porque no lo recibió con los homenajes correspondientes”. 

Laurana R. “Voté.  Vivía en el Chaco, en mi pueblo: Presidencia Roca. La intendencia y la gobernación las ganamos los peronistas. Estábamos cansados porque algunos habíamos estado en las mesas como fiscales y otros como presidentes de mesa, pero igual festejamos recorriendo el pueblo y cantando la marcha peronista, después fuimos al local a esperar los resultados nacionales y lloramos cuando perdimos en manos de Alfonsín. Era algo que no nos sorprendió porque lo presentíamos, igual ver hecha realidad la vuelta a la democracia nos hizo renacer la esperanza de construir la patria que siempre soñamos”. 

Susana E. “Lo que recuerdo es que yo vivía en barrio Ludueña y me tocó votar en una escuela bastante lejos de mi casa. Cuando llegué había largas filas en la calle y la organización era medio caótica. Pero era la primera vez que votaba. Toda la emoción y esperanza pudieron más que la espera. También en ese entonces vivía mi mamá y votaba en otra escuela. Así que nos acompañamos mutuamente”.

Beatriz P. “Yo no pude votar. A fines del 75 salimos exiliados a Venezuela con mi esposo y mis hijos. Vivíamos en una ciudad del interior donde resultaba difícil comunicarse telefónicamente con Argentina. Mi hija mayor nos recuerda, entrada la noche, pegados a la radio tratando de sintonizar alguna señal que nos informará los resultados. Para nosotros significaba que la posibilidad de volver estaba a un paso y todo era hacer planes para el regreso. No teníamos otros argentinos cerca pero sí uruguayos, chilenos y salvadoreños en la misma situación, que festejaron con nosotros al día siguiente. La semana anterior habíamos viajado a Caracas para dejar constancia en la embajada argentina de por qué no podíamos votar”. 

María Gabriela B. “No vote. Cumplí 18 el 22 de octubre y ya habían cerrado los padrones. Mi novio Jorge sí voto por primera vez aquel día y fue fiscal de mesa. Militaba en la clandestinidad durante la secundaria. Ese día y cada día de elecciones, es una fiesta para nosotros. No importa el resultado (a veces sí. ¡¡¡Ja, Ja!!!). Pero celebramos estar primeros en las escuelas, izar la bandera y cantar el himno festejando la democracia”. 

María del Luján L. “Vote. Yo en ese momento estaba en el Partido Intransigente y ese día fui fiscal por el PI en una mesa de una escuela de Fisherton. Fui un día maravilloso, fue un día muy feliz. Fue una experiencia increíble para mí, aunque mi partido sacó pocos votos. La gente iba muy contenta a votar. Fue un día de fiesta de verdad, la gente estaba feliz”.   

Marta C. “Vote ese día. Fue un día glorioso. Fue muy emocionante, aunque para mí, siempre me gusta ir a votar. Será que costo tanto que es una fiesta el día de elecciones. Me fui a votar vestida de pantalón rojo y remera blanca, los colores del radicalismo porque, por supuesto, voté a Alfonsín. Recuerdo pasar a saludar a una familia amiga que sus hijos estaban en las mesas de votación (votaba por la casa de mi abuela en Saladillo) y nos esperaban con una picada para festejar, antes de votar. Era una fiesta, tanta alegría y emoción. Se notaba en la calle, con la gente que te cruzabas. Un día inolvidable. Aunque mi familia era peronista, todos votamos a Alfonsín. Es más, fuimos al cierre de campaña con mi hermana, después de la oficina y recuerdo la emoción de ver tanta gente movilizada. Era el 28, que era el cumpleaños de mi abuela, pero le dijimos que íbamos al cierre y, que el domingo la saludábamos por el cumple”. 

Mariela C. “Tenía 18 años y era la primera vez que votaba. Mi padre me explicó de qué se trataba, del perfil de cada candidato, de los cargos que se elegían. Había muchas expectativas, se hablaba mucho de esto en mi familia y entre mis compañeras de cursado. Comenzaron los actos, la alegría. Hasta se llegaron a suspender las clases para participar del cierre de Alfonsín en el Monumento. Yo había transitado parte de mi primaria y toda mi secundaria bajo el régimen de la dictadura y no tenía ni idea de cómo se votaba ni para qué cargos, además del presidencial. Y llegó el día. Vía a mi madre y a mi padre, vestir muy elegantes. Se organizó el domingo de otra forma. Finalizados los comicios a la tarde, llegaron a casa otros familiares, todos peronistas. Había fiesta. No importaba quien llegase al poder, importaba recuperar la democracia. Al día siguiente, nacía mi tercer sobrino y creo que uno de los primeros regalos que recibió el recién nacido, fue la Constitución Nacional”. 

Beatriz B., “Allá por el 82, autorizada la actividad de los partidos políticos, encaré la misión de recorrer todas las reuniones de los diferentes grupos que iniciaban o reiniciaban sus actividades: así empezamos por “La Rural” -mi primer acto peronista con mucho ruido a bombos y canciones-, a las reuniones del MAS que estaba fundándose, al partido intransigente que capturó mi pasión por mucho tiempo y así pasando por muchos otros que no quedar grabados en mi memoria. Llegadas las elecciones del 83, a pesar de no sentir que el partido radical fuera mi lugar en la militancia, ¡igual fuimos al acto de cierre de campaña de Alfonsín en el Monumento a la Bandera…Nunca había visto tanta gente junta! Embarazada de mi primera hija. Cursando el último año del profesorado, fue momento de hacer la larga cola en la plaza de la Merced para votar. Alfonsín no fue mi elegido para depositar el primer voto de mi vida, pero mi candidato no logró vencerlo y con gran desilusión transité este primer periodo democrático. Luego vinieron muchos más momentos como ese, con mas o menos expectativas, con más o menos ganas, a veces con bronca, a veces con muchas ilusiones. Mi hija nació en marzo. Se llama Victoria. Fue un acto impensado, o no, no lo sé…quizás ella sea, en algún punto, la victoria de la democracia. Con el tiempo la visión de aquel primer presidente constitucional de mi vida cívica se agiganta y toma dimensiones de héroe. Sigo votando con las mismas ganas de aquella primera vez, ahora sabiendo que no es la solución para todos los problemas que nos aquejan, pero sí el único camino”.

Silvia G. “Recuerdo el 30 de octubre de 1983 como un día memorable, fue mi primera votación, vivía en Rosario desde hacia un mes y viaje a mi ciudad natal, Buenos Aires, a votar. Sentía emoción que abarcaba todos los sentidos. Amaneció muy soleado y me recuerdo caminando hacia la escuela y observando rostros sonrientes. Una larga fila de toda la cuadra me esperaba, habíamos esperado tanto que esa espera era la más gloriosa. Pasamos con mi gran amiga toda la noche esperando resultados, no nos acostamos, no había ningún interés en descansar, sólo celebrar, era el lema. Voté al viejo Alende y sacó un par de diputados, lo que significó una buena elección; además voté a Augusto Comte, padre de un adolescente desaparecido, su slogan era DDHH al congreso, ganó e hizo una buena gestión. Afortunadamente comenzaba yo una vida nueva a los 19 años es un país que empezaba a ser esperanzador”. 

Alejandra O. “Me di cuenta de que me temblaban las manos cuando tomé el sobre para votar por primera vez aquel domingo del 83”, a los veintiún años. Tres años antes, cursando la escuela secundaria, con un grupo de compañeras ansiosas por recuperar la vida democrática, aprovechamos una actividad escolar para hacer una indagación entre las estudiantes del Normal acerca de la posibilidad de recuperar el derecho al voto. La encuesta que emprendimos nos significó una calificación bochornosa, consecuencia menor dado que estábamos en plena dictadura y que el profesor a cargo de la cátedra era al mismo tiempo funcionario del gobierno municipal. Finalmente, en el 83, con un gobierno de facto desgastado, pudimos recuperar la democracia y fue toda una fiesta. La posibilidad de reparar, si acaso fuera posible, el tejido social desgarrado por tantos atropellos: el feroz genocidio y una guerra absolutamente imprudente”. 

María Alejandra E. “Voté el 30 de octubre de 1983. Fue mi primera votación por la dictadura y la edad. Militaba en el PJ de Roldán, mi pueblo. Estábamos apoyando a Luder que era el candidato del PJ. Recuerdo las reuniones en la Unidad Básica, una gran movida. Los jóvenes éramos muchos que empezábamos en una primera elección.1982 y 1983 fueron años intensos de reuniones, recorridas por los barrios, actividades culturales em el Ateneo de Cultura Popular José Hernández. Era un clima de mucha alegría, esperanza, aún cuando se perdió en las urnas y ganó Alfonsín, recuerdo que fuimos todos a festejar a la plaza del pueblo”. 

Alexandra T. “Voté el 30 de octubre. Estudiaba Ciencia Política peo casi no dimensionaba la importancia de hacerlo. Mis viejos totalmente descreídos de todo. Habían militado en le Democracia Cristiana ergo, eran antiperonistas. “Todos los problemas son culpa de Perón”, decía mi viejo. No sabía a quién votar y pregunté. No lo hice ni por Lude ni por Alfonsín. Creía más en Luder. Alfonsín no me gustaba ni ahí. No sé por qué. Mi viejo impugnó. Mi vieja votó a Alfonsín. Recuerdo que mi novio de ese momento me llevó al monumento. Todos festejando. Era mi primer año de Facultad. Mi lugar era más de espectadora que de actora. Conservaba el miedo de la dictadura”.   

Gustavo B. “No voté en 1983, porque a pesar de que tenía 18 años, los que cumplíamos en 1983 no podíamos votar. Si recuerdo la desazón al ver que el peronismo era derrotado por primera vez en las urnas, tanto en mi caso como en toda mi familia profundamente peronista”.  

Ana María P. “Fue un momento muy especial, aquel día. Voté en el Club Banco Nación de Boulevard Rondeau. Pensé en ese momento, que el hecho merecía ser fotografiado, pero fue imposible por las razones obvias con relación a la tecnología y porque mi madre, bien gorila, no me iba a fotografiar. Mucha emoción, porque en las de 19873, tenía 16 años y no lo había podido hacer. Y recuerdo que no creía que ganaba Alfonsín”.

Mónica E. “Era la primera vez que yo votaba. Lo esperaba con mucha ansiedad. Viví todos actos de campaña que se hacían participando de un lado y del otro y se vía que estaba la balanza levemente inclinada hacia el radicalismo en nuestra ciudad. Cosa que no me gustaba mucho. Cuando Herminio Iglesias quema el ataúd en un acto multitudinario en Buenos Aires me pareció que esa era la muerte de la propuesta de Luder presidente. La cosa que me alegre, me pareció que el pueblo no se equivocaba al votar a Alfonsín, yo no lo vote, pero me alegré. Respecto de los recuerdos en la escuela, A partir de ahí en todas las elecciones yo ponía todas las fórmulas, les juntaba boletas a los alumnos. Generaba diálogos entre ellos y conmigo. Algunas veces algunos colegas me miraban bastante mal por hacer esto, me decían que adoctrinaba. Yo sentía que, si los profesores especializados no lo hacían, yo tenía que hacerlo. Los pibes siempre me preguntaban siempre por quien iba a votar y yo les decía que les iba a decir después de las elecciones. Era muy fácil adivinar por quien iba a votar…no recuerdo en qué lugar emití mi primer voto…y eso que fue importante, pero no me acuerdo.”  

     Se han transcripto veintisiete relatos. Veintisiete recortes de las historias de vida de cada uno y cada una de quienes han participado en la construcción de esta producción colaborativa.  Se han reconstruido sus vivencias en formato de postales impregnadas de memoria militante, que merece ser contada. 

     En esas narraciones no sólo se plasma cómo vivieron individualmente el acto eleccionario, sino que la descripción de ese momento se entrama, se enlaza con las historias personales, con la cotidianeidad de cada quien, con el antes y el después de ese efímero, pero inolvidable episodio, con sus posibilidades y sus límites, con los cuándos, los cómo, los para qué, los dóndes. Se pueden leer los sentires, los pesares, los pensares, las dudas y las certezas.   

    Así, las experiencias recuperadas intencionalmente para conmemorar otro aniversario de la fecha que nos convoca han quedado plasmadas en un imaginario mosaico, construido con trozos de distintos tamaños, formatos y colores que se fueron encastrando uno con el otro de manera azarosa, a medida que fueron apareciendo.  Es posible trazar algunas líneas comunes entre lo diverso, para delinear un dibujo que aspira a ser imborrable:  ese domingo soleado de octubre fue un día de emociones en el que la esperanza se entronizó y la democracia, representada en el ejercicio del derecho al voto, se vislumbró como la única posibilidad de pensar la política en la República Argentina. En esa práctica sufragista, quizás sin saberlo todavía, se estaba comenzando a construir el escenario político del “Nunca Más”. Ese día, en Argentina hubo una fiesta, porque después de siete años de Dictadura, las urnas volvieron a aparecer y el pueblo pudo expresarse, luego de diez 10 años sin poder hacerlo. 

     Por eso, aunque sea sólo por eso, y en homenaje a los 15.350.186 de votantes, es que se justifica la elaboración de este escrito porque, como dice León Gieco en la letra de su canción, “todo está clavado en la memoria, espina de la vida y de la historia”.  

Por Prof. Lic. Estrella Mattia

       

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