Reunión mesa política Frente de Todos: "lo necesario y lo insuficiente"

Política 19 de febrero de 2023 lahoradensatanfe lahoradensatanfe

Por su propio peso, el encuentro de la “mesa política” del Frente de Todos es, sin dudas y dentro de lo mediocre del escenario, un hecho sobresaliente. Pero hay el desafío de evaluar si lo que sobresale del contenido, y no de la noticia en sí misma, tiene efectos concretos sobre la agotadora interna del Gobierno. Y, por esa vía, acerca de algún rumbo de mediano plazo.

Una primera observación, con la que nadie en su sano juicio político podría estar en desacuerdo, es que por fin se juntaron todos o casi, cara a cara, durante varias horas, sin guardarse nada, en vez de sacar sus trapos al sol de manera destemplada y hasta agresiva. No hubo un solo testimonio, de los conocidos al cabo de la reunión, que dejase de reparar en ese aspecto.

Un participante -no interesa quién, mayormente- habló de “lo fantásticos” que hubiesen sido este tipo de encuentros hace un par de años.

A todos y todas les caben responsabilidades por no haber hecho cuanto fuese posible para evitar quebraduras que, ahora, son mucho más arduas de soldar.

Hay dos pequeños inconvenientes.

Uno es que Cristina se bajó de candidatearse a lo que sea y que no hay antecedentes de que haya incumplido su palabra.

Por tanto, devendría abstracto discutir si decidió apartarse de lo electoral por un estado de emoción violenta a partir de la persecución judicial que sufre (¿justo Cristina, quien prepara y calibra cada palabra y cada gesto de cada una de sus intervenciones públicas, con una oratoria probablemente incomparable y siendo que ella misma anticipó lo cantado del fallo que la condenó? Puede ser, pero sería muy raro). O si lo hizo porque admite que los números electorales no le dan, como de hecho no le daban o no le hubieran alcanzado en 2019 cuando, como el propio Lula, debió mostrarse hacia “el centro” para poder ganar. Igual de inviable, ergo, es polemizar en torno a si prevalece que su proscripción es política antes que jurídica.

Y a su turno, el Presidente mantendría su decisión, o deseo, o especulación, de presentarse a las primarias. Pero, vaya, si decide postularse el riesgo es inmenso porque en caso de ser derrotado, aunque no se sabe por quién que no fuera CFK, surgiría literalmente un deterioro gubernamental de efectos impredecibles.

No hay término medio: Alberto Fernández se presenta y todo el peronismo lo apoya, lo cual asoma inconcebible, o se baja de una vez por todas y deja espacio a alguna fórmula de consenso.

Andrés Larroque fue quien mejor dejó clara la oscuridad, con sus declaraciones después del encuentro.

Podrá estimarse como una extravagancia acordar una comisión para acercarle a CFK el intento de que analice reevaluar lo que ya decidió. ¿Una comisión para eso? ¿Para reemplazar lo que simplemente se mide en constancias y diálogos elementales?

Sin embargo, el propio Larroque admitió que es difícil saber cuál será la decisión de Cristina y, con el mismo énfasis, advirtió que “muchos plantearon la necesidad de saber si el Presidente será candidato, porque eso condiciona el escenario y relativiza la posibilidad de desarrollar unas PASO”.

Faltan apenas cuatro meses para oficializar listas de las primarias y el Gobierno tiene un pescado sin vender bastante o mucho más peliagudo que el de la oposición, porque en ésta -salvo intríngulis finalmente secundarios como el desdoblamiento o no de las elecciones porteñas, o a cuánto llegará la negociación de Larreta con Macri y sus sucedáneos- el candidato parece cantado.

El oficialismo, en cambio y según terminó de ratificarlo su reunión del jueves, continúa pelando margaritas.

Desde “afuera” se hace trabajoso, por aquello de que uno no es más que un comentarista, interpretar cuánto de difícil o postergable es ponerse de acuerdo en salir de la encerrona; abdicar de los egos; arreglar unas líneas programáticas primordiales, que re-entusiasmen a quienes se supo conseguir hace no tanto.

Y a partir de ahí consensuar una fórmula de candidatos que renueve expectativas, en lugar de seguir dando vueltas alrededor de lo que paraliza.

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